Rostro De Voz

Porque sabes quien eres, y cómo soy...
El corazón me golpea el pecho
no dejándome dormir.
Mis párpados no responden a mi mandato
y se mantienen abiertos y alerta
contra mi voluntad.
El sonido de tu voz se ha alojado en mis sienes
como un sortilegio de susurros y gritos
que crecen y decrecen a voluntad,
y está el rostro de vos,
vigilante y triste,
que me observa calladamente a distancia
como un buho insomne, dueño de la noche.
Sí, ese rostro de vos, atormentante,
con esos labios torturantemente sellados
y de los cuales, sin embargo,
salen las más dulces palabras de melancolía.
Por eso no puedo dormir,
poqrue aunque insistes en decirme
que soy un universo andante,
no me queda más que reconocer
que el universo eres tú.

Autobiografía


Piérdete en mis cabellos,
viajero,
déjate llevar.
Déjate acariciar
por la negrura de estos ojos,
que a tantos guerreros
han visto caer.
Permite que mi mano
acaricie la tuya,
y no te opongas.
Disfruta de mi don,
porque una vez
se me creyó ser
El Hada del Mar,
porque se confundió
mi diáfano vestido azul
con su inmensidad,
pero no te engañes:
soy La Bruja de Las Aguas...
Ven a gozar de mi,
a comer de mis labios
y a beber de mi néctar.
Ven a perderte en mi
para siempre.

La ciguapa


Me duelen los pies de tanto andar,
de tanto perseguir nubes con forma de mariposa.
No puedo dar un paso más
sin sentir los carbones ardientes de la realidad
quemándome hasta los tuétanos.
A cada paso, mi cuerpo despide un vapor húmedo
que, irónicamente, me renueva y me asfixia.
Las nubes de mariposas siguen ahí,
pero ya no sé si perseguirlas.
Me doy cuenta que si camino hacia atrás
los pies no me duelen en lo absoluto.
La realidad quiere qye desande mi camino.
Una idea. Una solución. Una salida.
Voy a volverme, mirando lo que he caminado,
y como la ciguapa, correré hacia adelante,
con el cuerpo vuelto hacia atrás,
más yo siempre tendré mi rostro
de frente a las nubes.

Gang Bang

"Extraño tu cama por que tenia alas"
-Tribu del sol.

Hoy tengo tantas ganas de sangrar
de soldarnos los pies a la cama
que unas fauces inmensas nos devoren
sasonados en sudor, lagrimas y asados al dolor
las ganas de amar a nadie en jamas.

Hoy tengo ganas de morir
de morirme en ti, contigo, para ti;
Que la luna nos descubra a los dos
expuestamente desnudos y felices
con nuestra verdad expuesta al mundo.

Hoy tengo ganas de sentir que no puedo sentir
destronar esta idea de que soy vulnerable
encender un cigarillo y pensar como poeta
encontrarte en mi verso de humo y didactica
construir un puente donde no crucen las lagrimas.

Siento tantas ganas que me explota el pecho
que las venas se me enredan en tu cuerpo
frio; desnudo al olvido, caliente; eco de libertad
y de fundirnos en un ciclo de sexo y eternidad

Say No More
Hitokiri Dargor||Sarah Valerio||Acuarius Wasarry

Este Post se puede encontrar en el blog de sus co-autores
Henry Hernández
Acuarius Wasarry (Waldo Rincón)

Salvador


¡Payasito saltarín con aires de grandeza!
Voz dulzona llena de mentiras motivantes
que traes con tu ego y tu traje caro
lo que queremos escuchar para ser felices
en nuestra miseria,
de la cual te burlas en silencio.

“Repitan después de mi…” y ahí vamos.
Te sientes Dios, o más que El.
Predicas la oración y la resurrección,
y sólo oras para que se te vendan los CDs
o se te resucite el mercado de parafernalias
con que nos entretienes.

Te hemos engordado, pero ya es tiempo;
como el tiempo de todo, que no se detiene.
Tus carnes brillan y expiden un delicioso olor
y entre tus gritos ahogados y mudos
hemos empezado a devorarte
para nuestra salvación.

Performance


Levantas las manos y le gritas al cielo
por un milagro, una prueba,
y yo que te observo te siento un poco tonto
ahí, esperando que algo suceda de repente.

Te hincas y te golpeas el pecho con fuerza
sumido en lágrimas y remordimiento
como si la “mea culpa” fuese a borrar mágicamente
toda la mierda que ya le has aportado al mundo.

La garganta se te desgarra entre gritos
que, a tu parecer, son cánticos y adoración,
pero que en realidad no son más
que ruido hiriente en los tímpanos.

Humillado, sumado a las masas, triste,
crees que Dios te escucha,
que El está a la sola espera de tus súplicas,
que no hay nada más importante que tu.
¡Pobre infeliz!

Pareces un crucificado
con los brazos abiertos
a lo invisiblemente imposible
a la espera de un abrazo de lo sobrenatural
que no termina nunca de llegar.

El ruido no cesa, se hace insoportable, terrible.
Los demás a nuestro alrededor se han dado cuenta.
Tratas demasiado, pones mucho esfuerzo
y todos ya sabemos que finges.

Vamos, huye.
Se acabó el teatro.

Observación a Distancia


La canela crece de tu piel, y de su tosca corteza se
desprenden todos los aromas. El fresco ardor de tu
sudor saluda a mis sentidos desde la distancia prudente
en la que me encuentro y te encuentras. Quiero empezar
a entender que hay un universo entero entre tus pelos
ensortijados y negros, que no dejas crecer más de tres
centímetros y medio, mas o menos. Veo el mundo, cómo
reposa en tus espaldas encorvadas y tu andar cansado,
y te siento ceder poco a poco bajo su peso, como un
puente viejo. Me gusta mirar los pliegues de tu camisa
dibujando tu figura y muchas veces sueño que te la
desarrugo con el calor de mi cuerpo. Me muerdo los labios.
Te has dado cuenta, porque sé que juegas a lo mismo que
yo, pero me importa un carajo. ¿Qué vas a hacer? ¿Vas a
desenterrar los muertos sobre cuyas tumbas estamos de pie;
o vas a golpearme con un beso mientras esos puñales de
tus dedos me cortan los senos? No. Bajaste la mirada.
¡Mierda, otro impase! Ya te fuiste. No me queda más,
que volver mañana.

Brevedad


Te me moriste entre los dedos,
con un suave murmullo,
sin agonías ni cartas suicidas
pero con muchos sueños
y viejas esperanzas.
Te me moriste,
sabiendo de mi amor,
sin importarte nada.
Para mi ya no existes.

Quiero


Quiero un corazón roto,
sueños agónicos,
miradas perdidas,
deseos insatisfechos.
Quiero,
y espero encontrar,
pies descalzos y sucios,
manos mendigas de pan, y afecto;
papel periódico en las letrinas del mundo,
greñas indomables
y vahos nauseabundos.
Quiero la hiel,
la envidia,
la tristeza,
el llanto,
los insultos,
el mal de ojo…
Cualquier cosa,
que no sea el amor.

Madrugada

me despierto
después de una eternidad
y la blanquecina oscuridad
de la noche
me espanta
el tiempo no ha pasado
el reloj ha detenido su marcha
para burlarme
Un silencioso ruido en mi ventana
el frío que muere
bajo mis sábanas
la caja del engaño está encendida
como mis ojos
que debieran estar ya apagados
un vahído a soledad me alcanza
desde mis cobijas
aprieto los párpados con firmeza
para no pensar
y no lo consigo
pienso
en lo terriblemente hermoso
que es sentir lo que siento
ahora
nadie me juzga
ahora
no tengo ataduras
ahora
puedo ser yo
me detengo
sonrío
un nuevo ruido a mis espaldas
el tiempo
que se pone en marcha
que me hace recostar
que sosiega mis pupilas
y mientras
debajo de mis sábanas
duermo

Alegría



Un halo de felicidad
circunda el aire
el sol brilla más fuerte
las aves se esmeran en su cantar
y yo
yo camino por el parque
con los zapatos en las manos
girando y cantando
mientras los demás me miran extrañados
y algunos empiezan a burlarse
ajenos a mi alegría

Vuelo de Tres


"Vuelo De Tres", así se llamó el recital que tuvo lugar el pasado domingo 30 de marzo, en La librería Cuesta de nuestra ciudad capital, Santo Domingo.
Allí se dieron cita las más extrañas criaturas, para presenciar el vuelo de estas tres hermosas mariposas que apaciguaron el fuego de muchas almas agónicas con sus dulces palabras y su melódica voz.
Rosa Silverio, Romina Bayo y Argénida Romero pusieron a volar nuestra imaginación y acariciaron nuestras almas de un modo especial.
No sé si el nombre del recital fue el más apropiado, porque en realidad no fueron sólo tres, las que volaron, sino que todos los presentes nos dejamos llevar de una u otra forma, por las alas de estas tres mujeres, que arrastraron con nuestros corazones, y mimaron nuestro intelecto.
Bien hecho!!

Soledad


Siento tu mirada atravesarme
hurgándome el cuerpo con los ojos
¡Qué bellamente constante eres,
soledad,
y qué lindo dices mi nombre entre sueños!
En el caos que me rodea
aún me acompañas tú
para ser una isla,
soledad,
haciendo brotar a borbotones desde mi ombligo
la ansiedad y el miedo.
Sabes tomarme de la muñeca para guiarme.
Has aprendido a tocarme la espalda,
a hurgar en mi entrepierna
y beber lentamente de mis fuentes secretas.
¡Ay, soledad, qué ganas!
Cómo quisiera exprimirte el deseo hasta hacerte jadear,
como haces conmigo.
Vuelves a desaparecer.
Vas y vienes cuando quieres, y lo sabes.
Me golpeas el rostro con gotas de lluvia
que manan de ti.
Te vuelves sobre tus goznes
regodeándote en tu desnudez,
y me sonríes como diciéndome: “Hasta luego”.
¡No te vayas, soledad!
Ven, acompáñame a cantar...