Salvador


¡Payasito saltarín con aires de grandeza!
Voz dulzona llena de mentiras motivantes
que traes con tu ego y tu traje caro
lo que queremos escuchar para ser felices
en nuestra miseria,
de la cual te burlas en silencio.

“Repitan después de mi…” y ahí vamos.
Te sientes Dios, o más que El.
Predicas la oración y la resurrección,
y sólo oras para que se te vendan los CDs
o se te resucite el mercado de parafernalias
con que nos entretienes.

Te hemos engordado, pero ya es tiempo;
como el tiempo de todo, que no se detiene.
Tus carnes brillan y expiden un delicioso olor
y entre tus gritos ahogados y mudos
hemos empezado a devorarte
para nuestra salvación.

1 Sintieron Conmigo:

  Hugo Izarra

15/4/08 6:53 p. m.

Eres buena, Sarah.