golpearme las costillas
como si cada latido
fuese un segundo en su reloj.
He caído de rodillas
ante la irremediable bofetada
de los aviones y los niños
que se pierden en el cielo.
Mis labios exangües de besos
y mis mejillas hinchadas y felices
se vuelven invisibles y transparentes
queriendo desaparecer conmigo.
Bajo el rigor mortis
de las sábanas oscuras del adiós
busco amparar mi desnudez
y convertirme en un recuerdo.