Se está bien aquí, Marcelo.
Las hojas, como espejos,
reflejan una carita diferente
igual que las calles.
Sé que te gustaría, Marcelo,
sé que te gustaría.
Está también el río
que viene a recordarme
nuestros tiempos,
que siempre seran nuestros,
entre las risas del parque
y las piedras del río.
Ay, Marcelo, ay!
Está también la brisa,
helada de soledades,
que lame los rostros y los huesos
como la perrita de la vecina,
te acuerdas, Marcelo?
Hace tanto que ya no...
que ya no.
Tengo los labios cuarteados,
y no me queda más
que sonreirle a la vida
que no te sonríe a ti.
Qué lejos estás, Marcelo,
de los árboles de colores,
del río y el parque,
de la brisa carinosa y fría...
de los momentos que fueron nuestros,
y hoy son sólo mios.
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